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Marca España

In Reflexiones on 06/11/2012 at 01:02

La imagen de España en el exterior no se deteriora con las manifestaciones y las protestas pacificas; se deteriora con los recortes, con la corrupción de nuestros políticos, con nuestro fraude fiscal, con un presidente que no da la cara, y que cuando la da dice hoy sí y mañana no. La marca España se viene abajo con unos policías que pegan con gusto a quien se le cruce porque “cumplen con su deber” y con un Gobierno que avala que peguen a la gente que reclama sus derechos.

Mala imagen son colas interminables en los comedores sociales, mala imagen es cobrar a un niño por llevar un tupper al colegio, mala imagen es hacer pagar 3.000 euros por un parto a una persona sin Seguridad Social, mala imagen es tener una televisión pública al servicio de los intereses del Gobierno, mala imagen es hacer una reforma laboral que da carta blanca al despido y a los contratos basura. Mala imagen es usted, señor Rajoy; nosotros solo somos la imagen del descontento que ha creado, somos la imagen de una población que está harta.

¿Por qué España no estalla ya de una vez?

In Reflexiones on 01/11/2012 at 01:47

La crecientemente indignante sucesión de medidas opresoras denominadas corrientemente «recortes» aplicadas en España en los últimos años para tapar el agujero bancario excavado a conciencia durante años por los propios políticos que siguen apareciendo impávidos y sin rubor ante las cámaras asegurando que hacen lo que pueden y deben para salvar la situación que ellos mismos han creado con su estúpida y criminal gestión desde sus asientos por Decreto en las antaño florecientes Cajas de Ahorro hubiesen debido provocar una convulsión política de dimensiones históricas en España.

En cualquier otra comunidad humana hubiesen exasperado de tal manera a sus miembros, que dicha comunidad hubiese sufrido profundas convulsiones y conflictos sociales a gran escala, como está sucediendo en Grecia, y en menor medida, en Portugal.

Sin embargo, en España, con una tasa de paro insoportable y unas cargas fiscales brutales sobre los afortunados que todavía conservan un puesto de trabajo o unos ingresos que les van permitiendo capear el temporal, aún no se han producido conflictos sociales de consideración.

¿Por qué?

Creemos que en España imponderables que no aparecen en las estadísticas macroeconómicas, como la familia, o un natural espíritu de generosidad para con los semejantes, están retrasando lo que parecía inevitable.

Observemos lo que sucede en esta iniciativa espontánea de autodefensa y ayuda mutua entre los más golpeados por las consecuencias económicas de la inconsciencia, frivolidad y estupidez conque se han estado gestionando los recursos nacionales durante décadas:

En el Foro Antiusura, una iniciativa de ACUSA (Asociación contra la Usura de Sociedades Acreedoras), un usuario, con el nick «frustrado», desolado y hundido, comparte con los demás que estaba preparándose para utilizar las armas legales a su alcance para luchar contra los abusos bancarios de que ha sido objeto, cuando le llega la noticia de su despido fulminante. Con esfuerzo cuenta que todos sus sueños y sus planes de futuro se han ido al traste en 1 minuto. Y que ya no podrá ni mantener el alquiler de su nueva casa, ni comprar el vestido para hacer la Primera Comunión a su hija. Varios usuarios tratan de levantarle el ánimo, hasta que uno de ellos, en el noveno mensaje se ofrece para prestarle el vestido de Primera Comunión de su propia hija, aunque ambos usuarios no se conocen de nada. Otro usuario, en el mensaje duodécimo, se ofrece espontáneamente a buscarle algún pequeño trabajillo si es que están en la misma área geográfica. En el mensaje decimoséptimo, de nuevo otro usuarioespontáneamente se ofrece a dejarle un traje para su hija.

No existimos

In Ideas a la contra on 30/10/2012 at 03:26

Tavis Coburn

Solo somos uno más, no existimos, o existimos tanto como existen las piedras. Hay un orden en nosotros, hay una estructura, partes que interactúan, dinámicas que se afectan entre sí, tanto como las hay en el interior de una piedra. Somos tan reales como una piedra lo es, somos tan importantes como una piedra lo es, somos tan conscientes como una piedra lo es.

Muchos estudios neurocientíficos recientes comienzan a confirmarlo, los orientales tenían razón, los iluminados supieron hace 20000 años que nada es cierto, que la personalidad es una mera ficción cinematográfica del cerebro, un espejismo, un engaño de la mente para que le prestemos atención, para que alimentemos el ego, nuestra gran superproducción. Pronto demostrarán que tampoco existe el ego. Pronto lo seguirán las emociones, y ya no nos quedará nada, ni cabeza ni corazón, para definirnos. Entonces será el fin, el verdadero fin del hombre. Porque el hombre es una creación del hombre.

La naturaleza no funciona como nosotros lo creíamos. Bajemos a nivel molecular, al ADN. Creemos que un hombre decide casarse con una mujer, o se siente atraido por ella, o la mujer lo hace, no importa mucho quien comience o si es recíproco y sincronizado, pero se reproducen, y bien por voluntad propia o por accidente traspasamos nuestro ADN a nuestros hijos, que con cierta probabilidad se parecerán a nosotros y a nuestra ascendencia y con cierta probabilidad a la otra persona y a la suya. Sin embargo, nuestros gametos están rodeados de bacterias, y virus, y estos últimos se dedican a inyectar su código genético allá donde tocan, con la consecuencia obvia de que nuestros hijos serán también en un cierto porcentaje descendencia directa de un virus. El mismo porcentaje que nosotros mismos y nuestra ascendencia tuvimos de ser descendencia directa de virus. Todas esas probabilidades se suman hasta el principio de los tiempos, para dar la consecuencia obvia de que somos mucho más virus de lo que, si no fuese por los números delatores, nadie querría admitir.

Y esos virus son generados con cierta probabilidad por células de otras especies, que seguramente mezclan su ADN con el del virus que la infectó, y se pone a producir virus mitad sarampión, mitad cabra, o seta, o placton, por ejemplo. Así que nuestros hijos son tan hijos nuestros como lo son potencialmente de todas las especies vivas.